JUAN CRISTOBAL (1896/1961)
Exposición en Granada 2013
La Exposición
Esta exposición trata de volver a enfocar la obra de Juan Cristóbal desde su propia óptica, desde sus mismas razones, en su propio tiempo histórico y cultural, dejando aún más claras sus evidentes calidades. Reúne el mayor número de obras suyas expuesto hasta la fecha, en un orden cronológico que, por sí solo, ya compone cierto espejo de aquel tiempo. Pero, a la vez, intenta presentar al escultor y su circunstancia con la ayuda de otras creaciones de otros artistas, como pinceladas expresivas de sucesivos contextos de formación o amistad, revelando coincidencias estéticas o temáticas, mostrando otros tantos instantes de la cultura española del siglo XX: Antonio López Sancho, Ismael González de la Serna, Manuel Ángeles Ortiz, Hermen Anglada-Camarasa, José María López Mezquita, Julio Romero de Torres, Anselmo Miguel Nieto o Ignacio Zuloaga, gran amigo de Juan Cristóbal en el Madrid anterior y posterior a la guerra, con quien tantos modelos compartió cultivando el género común del retrato. Incluso, como contraste, Mariano Benlliure, que nunca dejó de distinguir al granadino, su discípulo durante unos meses, con su cariño y su admiración. También Cristóbal González Quesada, hermano del escultor, pintor de interesante carrera, que abandonó pronto por la de restaurador, que culminaría como jefe de restauración del Museo del Prado. La exposición tiene dos sedes extraordinarias en la misma colina de la Alhambra: el Museo de Bellas Artes de Granada, en la planta noble del Palacio de Carlos V, obra maestra de la arquitectura renacentista, y el cercano Carmen de la Fundación Rodríguez-Acosta, singular monumento levantado por el pintor granadino José María Rodríguez-Acosta entre mediados de la década de 1910 y principios de la de 1930. Su vestíbulo con pequeñas salas adyacentes, utilizado habitualmente como espacio de exposiciones, ha sido restaurado con motivo de esta, recuperando su aspecto original, de manera que el moderno clasicismo de su arquitectura pueda dialogar con el de las esculturas de Juan Cristóbal, casi estrictamente contemporáneas, ofreciendo una inesperada y sugestiva coherencia. Siendo una sola exposición, presenta dos conjuntos de piezas con entidad en sí mismos y complementarios entre sí. Entre ambas sedes, en el centro del bosque de la Alhambra, se alza el monumento a Ganivet, iniciado en 1917 e inaugurado en 1921, restaurado igualmente para esta exposición, que lo incluye como pieza excepcional. Monumento, fuente y estanque a la vez, es una creación más compleja de lo que aparenta en su buscada y afortunada simplicidad. El busto del escritor, en mármol blanco, contempla desde su alto pedestal el agua en la que vio el símbolo supremo de Granada, «como atraído por ella, en palabras del artista que aluden a su trágico final. Bajo él, el grupo en bronce del atleta desnudo dominando al macho cabrío, escultura y surtidor al mismo tiempo, simboliza, según el propio artista, «la fuerza virgen de la nueva España entrevista por Ganivet, y, más en general, el dominio de la voluntad o la inteligencia sobre el instinto o la fuerza bruta. Todo expresado con factura impecable. Erigido en el sitio que prefirió Juan Cristóbal entre los que se plantearon, el monumento es testimonio permanente y principal de su vínculo con la Alhambra, inevitable en un artista granadino. Como lo son, a otra escala, las vistas de la propia Alhambra que dibujó siendo casi un niño, en los tiempos de la Escuela de Artes Industriales y el Centro Artístico; o la cabeza en terracota de Modesto Cendoya, arquitecto-director del conjunto alhambreño, de 1921; o el busto que modeló a Manuel de Falla en su cármen de la Antequeruela en 1927, que sería de bronce y pórfido al pasar a materia definitiva. O varias obras realizadas en Madrid: la cabeza en bronce de Ángel Barrios, hecha en 1943 como recuerdo de una antigua amistad que tuvo su escenario primordial en la casa del músico en la calle Real de la Alhambra; la cabeza del arabista Emilio García Gómez, exégeta o hermeneuta del palacio nazarí, también en bronce y de 1943; o el busto en mármol blanco de la duquesa de Lécera, que vivió después de Falla en el cármen de la Antequeruela, para cuyo jardín encargó al escultor otro ejemplar del busto de don Manuel, primera protectora que fue del pintor granadino José Guerrero, entre otros jóvenes artistas. Piezas, en su mayoría, salvo las que se encuentran en paradero desconocido, presentes en la exposición.
Esculturas en las salas de limpieza y restauración de la Alhambra
Vistas generales de la exposición
Museo de Bellas Artes de Granada. Palacio de Carlos V
Museo de Bellas Artes de Granada. Patio del Palacio de Carlos V
Museo de Bellas Artes de Granada. Palacio de Carlos V
Fundación Rodriguez-Acosta